Trevor Young

Vapores de sodio

Trevor Young es un pintor estadounidense por excelencia. No oculta su afecto por la cultura del automóvil, la vida en la carretera y el arte de la Costa Oeste de los años sesenta. Su tema principal es la huella del modernismo en los puestos avanzados de América, lugares caracterizados por la dura luz artificial y las duras sombras sobre el hormigón. Para Young, a pesar de las preferencias del mundo del arte contemporáneo por la ironía, la disyunción y el juego intelectual irónico, la pintura da lo mejor de sí cuando intenta ofrecer una explicación sin pretensiones de dónde y cómo vivimos nuestro día a día. Las celebraciones de la expansión urbana ofrecidas por artistas como Ed Ruscha, que hizo famosas fotografías aéreas de 34 aparcamientos de Los Ángeles en 1967 y creó pinturas elegantes y despojadas de estaciones de la Standard Oil, son un punto de referencia obvio en la obra de Young. Pero las elecciones de Young parecen más personales que las de Ruscha y su técnica es ciertamente más pictórica. Sus imágenes de gasolineras son amalgamas incómodas, improvisadas a partir de sus recuerdos de viajes por carretera, fotografías y pura invención, y representadas con un sentido de la atmósfera y el drama aparentemente en desacuerdo con su uso de líneas duras y formas geométricas simples. Young activa cada centímetro cuadrado de sus lienzos, bloqueando grandes pasajes de espacio negativo con madejas de desaliñadas pinceladas compensatorias. No es un pintor quisquilloso, ni pretende demostrar su maestría ante el público. Al igual que Edward Hopper, Young tiende a evitar muchas de las propiedades seductoras de la pintura, prefiriendo crear bordes duros y grandes planos suavemente ondulados de color tenue. Atrae al espectador a un mundo despoblado y despejado, con una clara línea de horizonte, pero también lleno de hipos, discontinuidades y compromisos. Para Young, el frío consuelo que ofrecen los puestos avanzados de conveniencia, como gasolineras, aeropuertos y habitaciones de hotel baratas, no es tan fácil de descartar. Young comparte el extraño optimismo boyante de su héroe, Jonathan Richman. Pasando un rato con los cuadros de Young, uno no puede evitar sentir los ecos de aquella emoción.