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François-Xavier Roffiaen
Paisaje romántico del siglo XIX - Una pareja de campesinos en los Alpes

Acerca del artículo

Paisaje alpino romántico del siglo XIX Este apacible cuadro representa un majestuoso y tranquilo paisaje alpino. Las cálidas tonalidades del sol iluminan bellamente las montañas, se puede ver a una joven pareja vestida con trajes tradicionales caminando con su ganado, probablemente llevándolo a su lugar de pastoreo. Jean François Xavier Roffiaen (9 de agosto de 1820, Ypres, Flandes Occidental - 25 de enero de 1898, Ixelles) fue un paisajista belga especializado en la pintura de paisajes alpinos. En Ypres, los miembros de la familia por parte de padre procedían de orígenes modestos. Los hombres eran jornaleros, albañiles, posaderos o guarnicioneros, y las mujeres, modistas o encajeras. Jean François, su padre (1794-1837) era tapicero y su madre, Victoire Félicité (1789-1870), era hija de un comerciante de Aire-sur-la Lys (Francia). Su primer matrimonio tuvo lugar en Ixelles, el 19 de noviembre de 1847, con Éléonore Bodson, de Dinant (1792-1854), y más tarde, el 14 de octubre de 1858, se casó en Lovaina con Marie Anne Tilly, que le dio un hijo llamado Hector (1859-1895). Vivió en la capital belga desde 1847, cambiando varias veces de domicilio, desde la rue aux Herbes Potagères 30 en Saint-Josse-ten-Noode hasta 1848, la rue Goffart 28 en Ixelles hasta 1853, la chaussée de Wavre 31, también en Ixelles hasta 1859, la chaussée de Charleroi 131 en Saint-Gilles hasta 1863 y, por último, la rue du Financier, rebautizada poco después como rue Godecharle 16 en Ixelles. François Roffiaen apenas tenía tres años cuando, por razones desconocidas, fue a vivir con su tío paterno, Joseph-Louis-Augustin, librero de la rue de l'Ange de Namur, ciudad en la que pasó, como él mismo señaló, "los años más hermosos de su existencia" y donde frecuentó el Ateneo, así como la Academia de Pintura (1835-1839) bajo la dirección de Ferninand Marinus (1808-1890). Entre sus condiscípulos se encontraban Louis Bonet (1822-1894), Jean Baptiste Kindermans (1821-1876) y Joseph Quinaux (1822-1895). Siguió sus estudios artísticos en la Academia de Bruselas (1839-1842), sobre todo con el famoso vedutista François Bossuet (1789-1889), encargado de enseñarle la perspectiva y autoridad en paisajes y vistas urbanas. Después acudió al taller bruselense de Pierre-Louis Kühnen (1812-1877), pintor originario de Aix-la-Chapelle, especializado en la pintura de paisajes románticos. Roffiaen recibía por ello una subvención anual de 600 francos, pagada por la ciudad de Ypres (1841-1845 o 1846). Al mismo tiempo, enseñó dibujo en el colegio de Dinant. Para agradecer a la ciudad natal el apoyo que le habían prestado, regaló al museo local un Paisaje con molino hidráulico (1844), una Cascada del Aar en los Altos Alpes y una Vista desde Grütli sobre el lago Lemán (1857). También legó más tarde un gran Valle de Chamonix al municipio de Ixelles, del que formó parte del consejo de administración desde su creación en 1892. Estos títulos revelan claramente uno de los temas favoritos del artista, la representación de paisajes alpinos. Profundamente impresionado por los lienzos que Alexandre Calame (1810 - 1864) había enviado a los Salones belgas, François Roffiaen consiguió efectivamente una plaza en Ginebra en otoño de 1846 y permaneció seis meses al lado de este maestro, antes de descubrir por sí mismo las montañas. Continuó familiarizándose con los paisajes de Suiza, Austria, la Alta Baviera y la Alta Saboya durante varios viajes más (1852, 1855, 1856, 1864, 1868, 1879). Pero al pintor también le gustaba representar escenas pintorescas de los valles del Mosa y del Ourthe, los lochs escoceses, descubiertos en 1862, o los extensos brezales de Limburgo, que recorrió desde mediados de la década anterior, de modo que, al igual que Edmond Tschaggeny (1818-1873), se convirtió en uno de los pioneros de los Pintores de Campine (llamados Escuela de Genk), escuela injustamente olvidada. Desde principios del año 1840, Roffiaen adoptó el camino seguido por todos los artistas, deseosos de asegurar la mayor publicidad posible a sus obras participación en grandes exposiciones colectivas. Así fue como, durante más de cincuenta años, sus cuadros llegaron a colgar en los rieles de los tres Salones anuales de Amberes, Bruselas y Gante, y se incluyeron en muchísimas exposiciones en provincias (Brujas, Dendermonde, Kortrijk, Lovaina, Lieja, Malinas, Mons, Namur, Spa, Ostende, Ypres) y en el extranjero (Alger, Amsterdam, Barcelona, Bremen, Caracas, Dublín, El Havre, Londres, Lyon, Melbourne, Munich, Niza, París, Reims, Rotterdam, La Haya). Los años 1850-1860 fueron los de su mayor éxito, con numerosas ventas en Bélgica, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, obras adquiridas por el sha de Persia, por las casas reales belga y británica, un viaje de estudios por Escocia encargado por la reina Victoria, pero que desgraciadamente no llegó a realizarse debido a la repentina muerte de Alberto, príncipe consorte (diciembre de 1861), y cuando recibió el título de Chevalier de l'Ordre de Léopold (1869). Su pintura, construida según fórmulas indefinidamente repetidas y cada año un poco más cansada, terminó sin embargo por cansar a los cronistas de arte : "Los críticos de la prensa le han reprochado a menudo la parcialidad que muestra en su pintura. M Roffiaen los ha ignorado, ha seguido acumulando paisajes de Bélgica, Escocia, Suiza, Alemania, Italia, qué sé yo, peinándolos sin descanso, utilizando la misma fórmula, conformándose con el mismo cielo, los mismos árboles, las mismas rocas, despreocupándose de las latitudes, según el gusto de un público especial, que compra todo eso y le paga generosamente. Dejad en paz al Sr. Roffiaen, señores de la prensa, pinta sus escenitas de naturaleza que uno le exige y sabe bien la razón". (G. H., L'Organe de Namur et de la Province, 1874). Sin embargo, en varias ocasiones un crítico como Gustave Lagye (1843-1908) intentó destacar las cualidades de su arte, tanto en su extrema delicadeza y finura como en su detallismo casi fotográfico. "Aunque opuesto a M. Roffiaen por su manera de pintar, seca y delgada, me veo obligado a admirarle por la prodigiosa habilidad y, sobre todo, por el exquisito arte con que sostiene grandiosos panoramas en el más estrecho de los marcos, donde cincela el más pequeño bulto con los escrúpulos de un miniaturista. Deja que los amantes de la gran pintura prefieran en general los grandes estudios, ejecutados en un día de fiebre e inspiración, pero el turista prefiere siempre las fotografías pictóricas finas y completas, donde M. Roffiaen le permite redescubrir las escenas que admiraba y los detalles de los lugares mismos desde un punto de vista entusiasta y curioso. Sus Bordes del Mosa, en Wauslort; sus Marismas de Genck, al acercarse el ocaso; su Vista del Overland bernés, están tratados de un modo gótico, también en su perspectiva y su elegancia. M. Roffiaen es una figura aparte en el movimiento artístico belga y hay que hacerle la justicia que le corresponde" (La Féderation artistique, 1877). La ejecución de ciertos animales o pequeños personajes que completan sus obras se ha dejado en manos de otros más expertos que él en estas materias, como es costumbre en los círculos artísticos tradicionales : Johannes Hubertus Leonardus de Haas (1832-1908), Adolf Dillens (1821-1877), Théodore Gérard (1829-1902), Louis Robbe (1806-1887), Paul Van der Vin (1823-1877), Frans Van Leemputten (1850-1914), Eugène Verboeckhoven (1799-1881) o también los hermanos Edward (1819-1897) y Constant (1823-1867) Woutermaetens. Iniciado en abril de 1854 en la logia más importante del reino, Los Verdaderos Amigos de la Unión y del Progreso Reunidos, François Roffiaen impulsó su carrera masónica hasta el 33º y último grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, figurando su nombre en la Lista de Grandes Inspectores Generales del Supremo Consejo de Bélgica, del que fue Gran Maestro de Ceremonias durante veintiocho años. En 1883, su implicación le animó a homenajearle abiertamente dedicando uno de sus cuadros a su hermano, el general Antonio Guzmán-Blanco (1829-1899), presidente de la república de Venezuela. François Roffiaen es igualmente ilustre en el ámbito de las ciencias naturales, al que Jules Colbeau (1823-1881) le introdujo en su juventud. De niños, los dos compañeros ya se deleitaban observando la naturaleza en la pequeña propiedad que los padres de Colbeau poseían en los suburbios de Namur. Una vez adultos, emprendieron juntos un viaje a Suiza (1852), donde recolectaron insectos, mariposas y moluscos. En enero de 1863, su mutua pasión por el último tipo de seres vivos les llevó, con otras cinco personas - Firmin De Malzine, Egide Fologne, Henri Lambotte, Alexandre Seghers y Joseph Weyers - a fundar la Sociedad Malacológica de Bélgica, a cuyos Anales Roffiaen hizo diversas contribuciones: "Notes conchyoliogiques" (traducción francesa de un artículo en italiano del Dr. Senoner (t.1); "Mollusques terrestres et fluviatiles recueillis en Suisse" y "Essais pour obtenir les Helix scalariformes" (t.3); "Coquilles recueillies à Hastière et à Chimay" (t. 6); "Mollusques observés dans la vallée de l'Ourthe" (t. 8); "Moluscos recogidos en el Gran Ducado de Luxemburgo" (t. 9); "Moluscos recogidos en Gand"; "Moluscos recogidos en Waulsor" (t. 10); "Moluscos recogidos en los alrededores de Gand" (t. 11); "Notas sobre los moluscos recogidos en Waulsort" (t. 12); "Jules Colbeau et la Société royale malacologique de Belgique" (t. 16); "Rapport sur l'assemble générale du 1er juillet 1882" (t. 17). Poseedor de una notable colección personal de moluscos, también se ocupó del aumento y la presentación de las de la Sociedad Malacológica, inventó una serie de instrumentos para extraer los animales de sus conchas y construyó un cocleario, especie de vivario utilizado para la observación y cría de moluscos. Señal del lugar que ocupa en este pequeño mundo erudito de su tiempo, dos de los animales -uno vivo y un fósil- recibieron incluso su nombre, Planorbis Roffiaeni y Cyprina Roffiaeni respectivamente. Unos meses después de su muerte, las autoridades locales dieron el nombre de François Roffiaen a una calle de Ixelles. En 1907 se le dedicó un artículo en la Biographie nationale, editada por la Real Academia de Bélgica. Madeleine Ley (1901-1981), su bisnieta (Premio Rossel 1940), evocó brevemente su imagen en su novela Olivia (Gallimard, 1936; reedición Labor, 1986). Pero el personaje ya había caído en el olvido. En la primera mitad del siglo XX su nombre ya no se citaba más que por casualidad, su caso se desestimaba con algunas frases apresuradas y a menudo mordaces, prefiriendo una forma de arte más viva, más personal, más "sincera", más "creíble", en una palabra, más "moderna" que la suya, como si esto se entendiera de una vez por todas. Desde los años 1960-70, sin embargo, se ha producido una renovación del interés por el arte de los "pequeños maestros" del siglo XIX, a los que más de uno "repliega de algún modo tras el sillón oficial que muchos de ellos han ocupado en la época de un academicismo triunfante y hacia el que algunos intentan volver, ya que el curso del gusto está en perpetuo movimiento" (Gérald Schurr, 1979), y la obra de Roffiaen está en vías de rehabilitarse. Se le dedicó especialmente una primera exposición en el Museo Comunal de Ypres, del 5 de diciembre de 1998 al 4 de abril de 1999. Está firmado abajo a la derecha. El lienzo mide unos 55 por 90 cms y con su lujoso bastidor del siglo XIX unos 85 por 125 cm. Procedencia: colección privada en Bélgica Dimensiones: Óleo sobre lienzo: 85*61cm Con el marco 106*81cm

Creador:
François-Xavier Roffiaen (1820 - 1898, Belga)
Dimensiones:
Altura: 55 cm (21,66 in)Anchura: 90 cm (35,44 in)
Medio:
Lienzo,Óleo
Movimiento y estilo:
Romántico
Época:
siglo XIX
Estado:
Tal como se fotografió, precioso y listo para colgar. El marco y la pintura presentan cierto desgaste y pátina relacionados con la edad.
Ubicación de la galería:
Aartselaar, BE
Número de referencia:
1stDibs: LU1423211426072

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